Hace unos años, el audiovisual español decidió aliarse con algún grupo mediático para cambiar bigotes por cejas en la Moncloa. Existen muchas teorías sobre cómo se llegó a eso, pero la versión oficial era que los bigotes habían traído una época oscurantista al panorama audiovisual español y que las cejas, cual moderno Moisés mesetario, nos guiaría a la tierra que mana leche y miel... allí, el inmenso talento patrio podría liberarse de las trabas impuestas por los esbirros de Bush y un nuevo Renacimiento recorrería el mundo saltando de civilización en civilización... si recordaron que la anterior etapa de los Prometeos de todo a cien había acabado con el emponzoñamiento y práctica destrucción del tejido industrial del sector es materia discutible, pero lo cierto es que , como la rana del cuento, se ofrecieron a llevarles sobre sus lomos sin reparar en las consecuencias...
Aún se debate si notaron el picotazo o no. Posiblemente la ofuscación de la batalla anterior junto a la maestría del alacrán al clavar el aguijón les dejó tan desorientados que no se dieron cuenta que cuatro años más tarde, nada de lo prometido se había cumplido. Es más, salvo los amigos directos de la cejas, que habían sacado mamandurrias varias, todos habían empeorado sus condicones laborales, el cine volvía a despeñarse y hasta el grupo mediático había sido sustituido en el corazón de la Moncloa por otro creado a imagen y semejanza del cejas.
Hace sólo unos meses, el alacrán, cercado por los nubarrones de una crisis económica, volvió a pedir ayuda a la rana. Esta vez no se molestó en ofrecer la tierra que mana leche y miel, le bastó con una ley del cine que, de hecho, sólo servía para seguir subvencionando a los amigos... colectivos como los actores, vendieron sus sueños por una simple cláusula donde se decía que las productoras que debieran dinero a sus asalariados no podrían recibir subvención... y una vez más se olvidaron de las consecuencias y de que las leyes necesitan luego decretos que las desarrollen...
El alacrán consiguió su objetivo y, acto seguido, soltó su aguijón traquilamente sobre la rana: el decreo que desarrolla la ley se olvida de lo poco que prometió y deja a los actores y a los demás donde estaban e indefensoso frente a las productoras. Ahora sí que lo han notado y sí que les ha dolido, pero ya no importa porque el pais tiene problemas mucho más graves que el audiovisual.
Alguno se pregunta si la rana aprenderá esta vez...
Lo dudo.
un saludo.
Aún se debate si notaron el picotazo o no. Posiblemente la ofuscación de la batalla anterior junto a la maestría del alacrán al clavar el aguijón les dejó tan desorientados que no se dieron cuenta que cuatro años más tarde, nada de lo prometido se había cumplido. Es más, salvo los amigos directos de la cejas, que habían sacado mamandurrias varias, todos habían empeorado sus condicones laborales, el cine volvía a despeñarse y hasta el grupo mediático había sido sustituido en el corazón de la Moncloa por otro creado a imagen y semejanza del cejas.
Hace sólo unos meses, el alacrán, cercado por los nubarrones de una crisis económica, volvió a pedir ayuda a la rana. Esta vez no se molestó en ofrecer la tierra que mana leche y miel, le bastó con una ley del cine que, de hecho, sólo servía para seguir subvencionando a los amigos... colectivos como los actores, vendieron sus sueños por una simple cláusula donde se decía que las productoras que debieran dinero a sus asalariados no podrían recibir subvención... y una vez más se olvidaron de las consecuencias y de que las leyes necesitan luego decretos que las desarrollen...
El alacrán consiguió su objetivo y, acto seguido, soltó su aguijón traquilamente sobre la rana: el decreo que desarrolla la ley se olvida de lo poco que prometió y deja a los actores y a los demás donde estaban e indefensoso frente a las productoras. Ahora sí que lo han notado y sí que les ha dolido, pero ya no importa porque el pais tiene problemas mucho más graves que el audiovisual.
Alguno se pregunta si la rana aprenderá esta vez...
Lo dudo.
un saludo.
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