En general, en la mayoría de montajes teatrales hay circunstancias, imprevistos y accidentes que aportan que hacer teatro sea mil veces más emocionante que hacer cine, sobre todo si aprecias de verdad lo presente, lo humano, lo real. Si alguien se pega un golpe y se abre una brecha, se corta un dedo o se rompe un brazo en escena, la función debe continuar??
Existen cientos de estas historias y yo no me canso de oírlas. Actores que se rompieron alguna parte de su estructura ósea actuando, y por no decir nada, por no cancelar la función, siguieron actuando, empeorando tanto la lesión que lo tuvieron que llenar de clavos. Otros, incluso sangrando en escena, terminan la obra. Los hay, también, que sintiéndose morir en pleno escenario, seguirían actuando, y a no ser que uno de sus compañeros, descubriese ese malestar en su rostro, y detuviese la función, se quedarían ahí mismo.
Pero las historias jamás terminan con el incidente, prosiguen con un debate acalorado sobre si la función debió continuar o no. La frase famosa en el circo “el show debe seguir” en el teatro cobra otro sentido.
¿Es lícito arriesgar la vida de un actor por mantener el favor del público?
Existen cientos de estas historias y yo no me canso de oírlas. Actores que se rompieron alguna parte de su estructura ósea actuando, y por no decir nada, por no cancelar la función, siguieron actuando, empeorando tanto la lesión que lo tuvieron que llenar de clavos. Otros, incluso sangrando en escena, terminan la obra. Los hay, también, que sintiéndose morir en pleno escenario, seguirían actuando, y a no ser que uno de sus compañeros, descubriese ese malestar en su rostro, y detuviese la función, se quedarían ahí mismo.
Pero las historias jamás terminan con el incidente, prosiguen con un debate acalorado sobre si la función debió continuar o no. La frase famosa en el circo “el show debe seguir” en el teatro cobra otro sentido.
¿Es lícito arriesgar la vida de un actor por mantener el favor del público?
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